Aunque la natación ha sido una actividad de relajamiento y diversión, actualmente es considerada como un deporte de alto nivel competitivo. Para fomentar este
deporte profesionalmente se crearon las piscinas olímpicas y semiolímpicas.
La piscina olímpica se originó en Gran Bretaña a finales del siglo XVIII y fue la National Swimming Society, fundada en Londres en 1837, la primera en organizar
competencias en ella. Las piscinas olímpicas pueden ser cubiertas o al aire libre y deben tener las siguientes dimensiones: 50 m de largo, 25 m de ancho y 2 m, como mínimo, de profundidad.
Las partes de una piscina olímpica son:
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El poyete: es el soporte donde se apoya el nadador. Tiene una altura entre 0,50 m y 0,75 m por encima de la superficie del agua y está construido con material
antideslizante.
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El carril: es la franja de la piscina por donde puede nadar cada competidor. Tiene 2,5 m de ancho.
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Las bandas: son los elementos que separan cada carril. Cada una tiene 0,48 m de largo y 0,3 m de ancho.
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La cuerda de salida falsa: es aquella que bordea a la piscina y sirve como medida de seguridad. Se encuentra a 15 m de la salida y posee una altura de 1,20
m.
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Los banderines: son señales que se ubican al extremo de cada punta de la piscina a una altura de 1,80 m y se utilizan para indicar los virajes de espalda.